El País Vasco, Euskadi, es una de las destinaciones estelares en cualquier época del año a la hora de hacer una escapada. Su magnífica gastronomía, el espectacular patrimonio natural, la posibilidad de ofrecer turismo urbano, rural y de aventura y la proximidad y facilidad de acceso hacen de Euskadi un buen lugar para pasar unos días o unas semanas.
El País Vasco ofrece multitud de atractivos: desde paisajes de película hasta una vida nocturna vibrante. Todo el mundo conoce los rasgos diferenciales más conocidos de Euskadi: una lengua milenaria de origen desconocido, un paisaje marcado por la bravura del Cantábrico y el verde de los prados, y una destacada cultura artística y gastronómica.
Ahora bien, ¿cuáles son las características más sorprendentes y menos conocidas de Euskadi? ¿Qué hace de este destino un lugar único? Te explicamos tres curiosidades que solo podrás encontrar en el País Vasco.
1. ‘Eguzkilore’, un amuleto solar
No es nada extraño que, cuando paseamos por alguna localidad del País Vasco, especialmente de su precioso ámbito rural, nos encontremos con una flor desecada similar al girasol colgada en las puertas de una casa o baserri (caserío). Se trata del eguzkilore, “la flor del sol” (llamada carlina en castellano), una planta de la familia del cardo que crece en las montañas y pastos de Euskadi y que tiene propiedades antibióticas y medicinales. Esta curiosidad del País Vasco, que tiene una forma que evoca la luz solar, asusta a los genios, brujas y espíritus malignos, ya que, si alguno de ellos pretende entrar por la noche en un baserri y encuentra un eguzkilore en la puerta, se tiene que detener a contar los numerosos pelos de la flor, y la luz del día le sorprende sin haber podido acabar su tarea. El eguzkilore es uno de los principales símbolos del folklore vasco, y continúa muy presente colgado en las puertas de todo el territorio.
2. ‘Txokos’, pasión por la comida
Txoko quiere decir rincón o lugar pequeño en eusquera, y es el nombre por el que se conoce a las asociaciones o sociedades gastronómicas que se sitúan por todo el territorio vasco. En los txokos se organizan comidas o cenas en los que los socios que pertenecen aportan colectivamente los productos, habitualmente de primerísima calidad (carne, pescado fresco, verduras del huerto...), y uno de ellos cocina para todo el grupo. La manera de acceder a un txoko, pues, es formar parte de uno y aportar las cuotas para su mantenimiento, o bien tener la suerte de ser invitado por un socio. Antes, a los txokos solo accedían los hombres (se dice que para escapar del control de las mujeres en la tradicionalmente matriarcal sociedad vasca), pero actualmente la práctica totalidad de txokos se han abierto también a las mujeres. Es bastante habitual que las comidas de un txoko acaben con una sesión de canto coral: ¡placer para las papilas y para las orejas!
3. ‘Txalaparta’, música ancestral
La txalaparta es un curioso instrumento tradicional de origen incierto, aunque se encuentra probablemente ligada a los trabajos tradicionales o como herramienta de comunicación entre baserris, ya que, según se afirma, el sonido se puede oír hasta a cinco kilómetros de distancia. El funcionamiento de la txalaparta es similar al xilófono y se basa en golpear con unos bastones de madera unas tablas colocadas horizontalmente sobre un soporte aislante (hojas secas, hierba, piel de cordero). La txalaparta se toca siempre entre dos personas, y la estructura musical que se consigue es compleja: no se trata tanto de tocar una melodía como de establecer un diálogo entre los dos músicos. Uno de los txalapartaris establece el ritmo y el otro improvisa un contrapunto, y este intercambio musical va creciendo en destreza e imaginación hasta volverse una competición entre los intérpretes. La txalaparta ha vivido un período de reivindicación y auge desde los años 1960, y hoy en día es uno de los símbolos más característicos de la identidad cultural de Euskadi.
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